jueves, 9 de noviembre de 2017

Crónicas de un sueño 15



Este sueño se podría dividir en varios bloques puesto que narra distintos acontecimientos temporales. Lo intentaré ordenar excepto el prólogo.

Todo se originaba en un mundo de noche eterna donde una basta metrópolis daba luz a los ciudadanos de una ciudad que nunca duerme y allí me encontraba yo, presa del gobierno por mis atrocidades. Usaba mis poderes sobrenaturales para destrozar y aniquilar a los humanos que se interponían en mi camino. Un joven detective, que sentía como mi propio hijo llevaba consigo la obligación de darme caza, inútilmente. Mis poderes llevaban a conectarme con la electricidad para ver y escuchar todo cuando deseaba así como volar por toda la urbe. Mi telequinesis era mi mejor baza con la que destruía edificaciones con tan solo mover un dedo. Pero la perfección no existía y mi cuerpo viejo se deterioraba. Cada poder que realizaba me estallaba un dolor de cabeza que paralizaba mis sentidos ademas de sangrarme la nariz a borbotones. Para minimizar los daños necesitaba tomarme ciertas píldoras exclusivas de un científico asesinado por el gobierno. Recuerdo perfectamente como las 2 cajitas que contenían las pastillas estaban prácticamente vacías, mi muerte era inminente.

Cierta escena me desplazaba a un callejón oscuro donde le confesaba de primera mano mis atrocidades al joven detective para seguidamente huir por el cielo y reventar el soporte metálico de un rascacielos cuya forma me recordaba a la torre Eiffel. Los gritos de las personas en la distancia eran música para mis oídos. Pero asustado de que mi pequeño apartamento hubiera sido destruido por la colisión sobrevolé el caos y aterricé justo delante de la puerta principal. Al entrar y cerrarla, la vecina comenzó a golpear pidiendo que la dejase entrar, pregonando que estaba en su derecho por vivir puerta con puerta y sin pensárselo dos veces intentó entrar por la ventana que abrió a base de insistir. Arto de esa oronda persona cincuentona hice un gesto con la mano y la mandé por los aires más allá de mi propia vista. Sin ningún tipo de remordimiento me senté frente a un pequeño espejito ovalado para observar mi arrugado reflejo, pasto del deterioro del tiempo con un único pesar, no poder protegerla.

<A partir de aquí contaré la historia cronológicamente para no saltar de un punto a otro>

Sentados en una acera se encontraban tres pequeños niños huerfanos sin nada que llevarse a la boca en esa fría noche eterna. Una agente de policía se nos acercó preguntando por nosotros sin la más mínima intención de mover un dedo a nuestro favor. Yo narré mi pasado, narré como nuestra madre nos había maltratado tanto a mi hermanita como a mí (El tercer niño apartado de nosotros era un total desconocido, supongo que como compartíamos edad y desolación nos aferrábamos en lo que podíamos para no morir en la más completa soledad y terminar siendo transportados en un contenedor de basura). Mi único deseo era proteger a esa pequeña, tímida y muda persona, mi hermana.

Los años pasaron y nos encontrábamos en una fiesta de fin de curso, bebiendo y consumiendo drogas por un tubo. Mientras charlaba con unos chicos en la locura de la ebriedad, con el rabillo del ojo vigilaba que nada le ocurriera a mi universitaria hermana presa del alcohol que no acostumbraba tomar. Nunca habíamos tenido una fiesta así y mis intenciones consistían en abrirla un poco a los demás, que superara nuestro frío pasado. Pero a los pobres parece que nada les puede salir bien porque las chicas empezaron a abuchear a mi hermana mareada y fatigada. El jefe de estudios, el chico de oscura piel con supuestamente mejores notas se acercó a insultar a mi compañera y amante, a mi hermana. Era lo último que hizo aquella noche porque usé mis poderes telequinéticos para elevarlo por sus calzoncillos y sacarlo de golpe por la ventana del tercer piso que daba a la calle. Sus llantos y disculpas causaron una conmoción el resto que tardaron algunos minutos en reaccionar y correr gritando como pollos sin cabeza. El chico de color sangrando a causa de los cristales clavados en su piel imploraba clemencia hasta que sus sesos se estamparon contra el suelo. 
Seguidamente agarré del brazo a mi amante hermana y juntos salimos de todo aquel caos pero cuando pudimos salir a la calle la policía ya se encontraba inspeccionando el lugar del crimen. Mi tímida hermana al ver como unas motas de sangre se encontraban esparcidas por el levantado asfalto usó sus poderes para generar un nuevo cuerpo. El chico emergió sorprendido, comprendiendo al poco que no era más que una simple copia, un cuerpo defectuoso que se descompondría a los días con una esperanza de vida inferior al de una mosca. (Aquí terminó originalmente mi sueño)

El siguiente trozo no se muy bien donde situarlo porque aún siendo joven, los acontecimientos se sitúan después de observar mi rostro en el espejo puesto que el gobierno incapaz de darme caza pregona un últimatum, detonaría un arma nuclear. Con miedo a que mi hermana fuese víctima de la explosión, volé en su busca a casa de mi vecina junto a la de mis padres donde le habían cambiando el peinado a rubio y con la frente despejada. La tomé de nuevo del brazo para empaquetar los neceseres necesarios en nuestra huida de la metrópolis. Durante el camino me preguntó si le gustaba su nuevo look y mentí, me gustaba mas su corto pelo moreno. Tras algunas escenas donde vigilaba desde las tejas de la casa a los posibles instrusos el sueño daba salto a la infancia.