Capítulo segundo
Alberto
contra Ganondorf
Estuvimos
dando unos toques durante un buen rato hasta que Ganondorf dijo: - ¿empezamos?-
yo contesté que sí con la cabeza.
Ganondorf
dio un salto para atrás y se alejó un par de metros, yo en cambio agarré bien
fuerte el mando de
control y me puse a dar vueltas alrededor de él. Él no se movía ni un milímetro, yo estaba sudando
a chorros, empapado. Ganondorf dio una estocada y como yo tenía las manos
sudosas se me resbaló el mando y me dio, de 10 corazones me quedé con 9.
rápidamente cogí el mando y me fui flechado hacia él para atacarle pero me
esquivó y me dio por la espalda y me dejó con 8 corazones y antes de caer me
volví y le ataqué y le di pero solamente le acaricié la mano derecha y le quité
solamente 0,5, o sea le quedaba 9,5 y en ese momento pensé
que ya estaba
acabado pero una voz me guiaba a seguir adelante y con valentía me acordé de
otros jefes de mazmorras que había derrotado antes y me levanté inclinando el
joystick hacia delante y cogí mi catana y de nuevo con paciencia me puse a
rodear a Ganondorf. Después de un rato sin atacar, Ganondorf se puso a correr a
tal velocidad que no pude evitar no perderle de vista, con miedo a que me atacara
por la espalda me volví y no lo encontré, miré al suelo y vi una gran sombra
detrás de mí inclinada con la catana hacia arriba para golpearme, me volví y
pude pararlo y con tal golpe que una de mis catanas se me rompió y la hoja rota
de mi espada salió volando por los aires, yo salté hacia atrás y cayó justo en
medio de los dos cortando el enfrentamiento que estábamos teniendo, cuando miré
a Ganondorf su miraba ardía en furia y odio y no pude evitar volver la cara
hacia abajo. Ganondorf envainó sus catanas y con los puños rompió la hoja que
había enterrada en el suelo en miles de trozos de hierro fino y los esparció
por el aire, unos trozos sobrepasaron mi cara y perdí de vista a
Ganon, me
asusté y me puse a mover de un lado a otro el joystick amarillo que se
encontraba en la parte derecha del mando de control que servía para observar lo
que me rodeaba pero no veía rastro de mi rival y de repente en unos de los
trozos de hierro que todavía estaba volando por el aire reflejó sobre mí el
aspecto fantasmal de Ganondorf en mis espaldas y con rapidez hice un corte
horizontal en él y lo tiré al suelo quitándole 1 corazón
(le quedaba 8,5) sin
levantarse pronunció estas palabras:
-
muy bien hijo, aunque ya no puedo dejarme más, vas a probar la verdadera fuerza
del mal ¡YAAAAHHHHH!
De un gran y rapidísimo salto desenvainó sus catanas
lo que me impidió moverme por tal espectáculo que mis ojos me mostraban, mi
rival se fue directamente contra mí y me empezó a atacar tan veloz que solo
podía cubrirme y a la vez, retroceder. Después de un par de minutos en el cual
solo me cubría se me hicieron eternos, estuve a punto de rendirme y solté el
mando por pánico sin poder hacer un mínimo movimiento, estaba
paralizado.
Me
pegó unos cuantos golpes y cuando pude reaccionar tan solo me faltaban 3
corazones para ser derrotado, cogí el mando con fuerza pero tembloroso y cuando
me iba a golpear de nuevo le di una gran estocada verticalmente y mi catana se
manchó de sangre negra y le quité 1 corazón (le quedaban 7,5), su brazo izquierdo
se rompió y le hice una herida que le ocupaba casi todo el hombro y me dijo: -
JA, UMHN…, veo que tu futuro maestro no se equivocaba ni una pizca, estás
preparado para el comienzo del JUICIO
FINAL.
Yo
agarré bien fuerte el mando para prepararme a lo que me esperara. En ese
momento solamente pensaba en la voz que me ayudó a fortalecerme, era una voz
dulce y suave.
Ganondorf tenía un aura oscura como la noche,
en su espalda le empezaron a salir alas de demonio y empezó a crecer hasta alcanzar una altura
como una casa, su aspecto empezó a cambiar y convertirse en una especie de
demonio con cara de lobo y con dimensiones desproporcionadas, sus catanas se
derritieron con el calor fúnebre que desprendía y sus brazos y pies se convirtieron
en tres largas afiladas cuchillas.
Unas gotas de sudor me empezaron a caer de la frente y me tuve que secar
con el brazo, cuando volví a
mirar la batalla todo a mi alrededor estaba
oscuro, no veía nada, ni a Ganon ni al campo de batalla.
De
repente empecé a escuchar unos ruidos extraños como el de un lobo aullando bajo
la luz de la luna, era una sensación que helaba los huesos, no sabía si mi
maestría con el manejo del elfo Link que tras largos años de entrenamiento
pasándome algunos juegos suyos iban a darme sus frutos, por bien decir, pero al
pensar en
aquellas palabras me sentía nuevo y rebosante de energía para enfrentarme
a esa monstruosidad que me
esperaba.
Mi
alma parecía que estaba en la lucha, agarré bien fuerte el mando, aunque mis
manos me temblaban tanto que por poco se me resbala. Empecé a escuchar el ruido
de unas pisadas enormes, el suelo no paraba de moverse y yo no podía quedarme
quieto, una suave brisa me recorrió la espalda y en ese mismo momento caí. Una
voz que me pareció que era de Ganondorf me dijo:
-
JA, JA, JA, ME HAS DECEPCIONADO.
Después
de eso me encontré en mi cama tumbado con una nota en el lado de la almohada
que decía:
Dentro de unos días tendrás que superar
una prueba que tú no podrás seleccionar, una prueba que solo
habrá un camino,
al final de éste encontrarás tu auténtico destino.
Me
dejó sin habla, preocupado y muerto de miedo decidí tirar aquel papel a la
basura. Tras aquello mi madre apareció de repente y me pegó un susto que por
poco me caigo de espaldas y me dijo:
-
¡ven, corre, ha venido esa chica nueva!
-
¿de verdad?
No
me dio tiempo de terminar la frase que ya se había ido. Pensativo me fui
directo hacia allí, salí de mi casa y desde la cancela miré hacia la casa de mi
vecina Mercedes y allí vi a esa chica y a la hija de la Mercedes, Lidia (tiene
unos 30 años) mi madre gritó para que yo me acercara y cuando llegué allí la vi,
no tenía palabras, me sonrojé y la miré a los ojos.
Tenía
un pañuelo rojo atado en la cabeza, su pelo era de color castaño con unos ojos
verdes, un chaleco rojo algo ajustado, una pequeña falda, unos zapatos rojos y
negros y llevaba una mochila amarilla. En ese momento me
dijo:
-
¿Cómo estás?
No hay comentarios:
Publicar un comentario