miércoles, 9 de julio de 2014

Inerion2


Capítulo segundo
Alberto contra Ganondorf


Estuvimos dando unos toques durante un buen rato hasta que Ganondorf dijo: - ¿empezamos?- yo contesté que sí con la cabeza.                                                                                                                                                           
Ganondorf dio un salto para atrás y se alejó un par de metros, yo en cambio agarré bien fuerte el mando de 
control y me puse a dar vueltas alrededor de él. Él  no se movía ni un milímetro, yo estaba sudando a chorros, empapado. Ganondorf dio una estocada y como yo tenía las manos sudosas se me resbaló el mando y me dio, de 10 corazones me quedé con 9. rápidamente cogí el mando y me fui flechado hacia él para atacarle pero me 
esquivó y me dio por la espalda y me dejó con 8 corazones y antes de caer me volví y le ataqué y le di pero solamente le acaricié la mano derecha y le quité solamente 0,5, o sea le quedaba 9,5 y en ese momento pensé 
que ya estaba acabado pero una voz me guiaba a seguir adelante y con valentía me acordé de otros jefes de mazmorras que había derrotado antes y me levanté inclinando el joystick hacia delante y cogí mi catana y de nuevo con paciencia me puse a rodear a Ganondorf. Después de un rato sin atacar, Ganondorf se puso a correr a tal velocidad que no pude evitar no perderle de vista, con miedo a que me atacara por la espalda me volví y no lo encontré, miré al suelo y vi una gran sombra detrás de mí inclinada con la catana hacia arriba para golpearme, me volví y pude pararlo y con tal golpe que una de mis catanas se me rompió y la hoja rota de mi espada salió volando por los aires, yo salté hacia atrás y cayó justo en medio de los dos cortando el enfrentamiento que estábamos teniendo, cuando miré a Ganondorf su miraba ardía en furia y odio y no pude evitar volver la cara
 hacia abajo. Ganondorf envainó sus catanas y con los puños rompió la hoja que había enterrada en el suelo en miles de trozos de hierro fino y los esparció por el aire, unos trozos sobrepasaron mi cara y perdí de vista a 
Ganon, me asusté y me puse a mover de un lado a otro el joystick amarillo que se encontraba en la parte derecha del mando de control que servía para observar lo que me rodeaba pero no veía rastro de mi rival y de repente en unos de los trozos de hierro que todavía estaba volando por el aire reflejó sobre mí el aspecto fantasmal de Ganondorf en mis espaldas y con rapidez hice un corte horizontal en él y lo tiré al suelo quitándole 1 corazón 
(le quedaba 8,5) sin levantarse pronunció estas palabras:
- muy bien hijo, aunque ya no puedo dejarme más, vas a probar la verdadera fuerza del mal ¡YAAAAHHHHH!
 De un gran y rapidísimo salto desenvainó sus catanas lo que me impidió moverme por tal espectáculo que mis ojos me mostraban, mi rival se fue directamente contra mí y me empezó a atacar tan veloz que solo podía cubrirme y a la vez, retroceder. Después de un par de minutos en el cual solo me cubría se me hicieron eternos, estuve a punto de rendirme y solté el mando por pánico sin poder hacer un mínimo movimiento, estaba
 paralizado.
Me pegó unos cuantos golpes y cuando pude reaccionar tan solo me faltaban 3 corazones para ser derrotado, cogí el mando con fuerza pero tembloroso y cuando me iba a golpear de nuevo le di una gran estocada verticalmente y mi catana se manchó de sangre negra y le quité 1 corazón (le quedaban 7,5), su brazo izquierdo se rompió y le hice una herida que le ocupaba casi todo el hombro y me dijo: - JA, UMHN…, veo que tu futuro maestro no se equivocaba ni una pizca, estás preparado para el comienzo del JUICIO FINAL.
Yo agarré bien fuerte el mando para prepararme a lo que me esperara. En ese momento solamente pensaba en la voz que me ayudó a fortalecerme, era una voz dulce y suave.
 Ganondorf tenía un aura oscura como la noche, en su espalda le empezaron a salir alas de demonio  y empezó a crecer hasta alcanzar una altura como una casa, su aspecto empezó a cambiar y convertirse en una especie de demonio con cara de lobo y con dimensiones desproporcionadas, sus catanas se derritieron con el calor fúnebre que desprendía y sus brazos y pies se convirtieron en tres largas afiladas cuchillas.

        Unas gotas de sudor me empezaron a caer de la frente y me tuve que secar con el brazo, cuando volví a 
mirar la batalla todo a mi alrededor estaba oscuro, no veía nada, ni a Ganon ni al campo de batalla.
De repente empecé a escuchar unos ruidos extraños como el de un lobo aullando bajo la luz de la luna, era una sensación que helaba los huesos, no sabía si mi maestría con el manejo del elfo Link que tras largos años de entrenamiento pasándome algunos juegos suyos iban a darme sus frutos, por bien decir, pero al pensar en
 aquellas palabras me sentía nuevo y rebosante de energía para enfrentarme a esa monstruosidad que me
 esperaba.  
Mi alma parecía que estaba en la lucha, agarré bien fuerte el mando, aunque mis manos me temblaban tanto que por poco se me resbala. Empecé a escuchar el ruido de unas pisadas enormes, el suelo no paraba de moverse y yo no podía quedarme quieto, una suave brisa me recorrió la espalda y en ese mismo momento caí. Una voz que me pareció que era de Ganondorf me dijo:
- JA, JA, JA, ME HAS DECEPCIONADO.
Después de eso me encontré en mi cama tumbado con una nota en el lado de la almohada que decía:

Dentro de unos días tendrás que superar una prueba que tú no podrás seleccionar, una prueba que solo 
habrá un camino, al final de éste encontrarás tu auténtico destino.   

Me dejó sin habla, preocupado y muerto de miedo decidí tirar aquel papel a la basura. Tras aquello mi madre apareció de repente y me pegó un susto que por poco me caigo de espaldas y me dijo:
- ¡ven, corre, ha venido esa chica nueva!
- ¿de verdad?
No me dio tiempo de terminar la frase que ya se había ido. Pensativo me fui directo hacia allí, salí de mi casa y desde la cancela miré hacia la casa de mi vecina Mercedes y allí vi a esa chica y a la hija de la Mercedes, Lidia (tiene unos 30 años) mi madre gritó para que yo me acercara y cuando llegué allí la vi, no tenía palabras, me sonrojé y la miré a los ojos.
Tenía un pañuelo rojo atado en la cabeza, su pelo era de color castaño con unos ojos verdes, un chaleco rojo algo ajustado, una pequeña falda, unos zapatos rojos y negros y llevaba una mochila amarilla. En ese momento me
 dijo:
- ¿Cómo estás?

No hay comentarios:

Publicar un comentario