Allí se encontraba, frente a mí en aquel pequeño islote la brillante alma con sus manos abiertas invitándome a su regazo pero entre nosotros un gran mar enfurecido impedía que mi alma se acercase.
No obstante me envalentoné y me arrojé con tal impulso que cada articulación de mi alma parecía crujir en cada brazada. Las fuertes olas contra mi rostro tapado en tela hacía mas ardua mi respiración que al poco ya notaba signos de pesadez. No importaba cuan fuerte nadara puesto que mi ubicación jamás se movió un ápice...el oleaje me engullía hacia sus entrañas y en mi ultimo aletazo contemplé como se subía su máscara para permitirme contemplar sus labios que me dictaron una frase cuyas palabras las cazó la brisa del gran árbol y con el último golpe de marea, las aguas secuestraron mi alma arrojándola a un acueducto subterráneo.
Unas gotas despertaron mi alma dejándome anonadado durante unos instantes. Al levantarme observé como aquellas catacumbas donde me encontraba se hallaban escritas en las paredes anotaciones que me podrían conducir a la salvación o a la perdición.
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