Mis recuerdos empiezan
cuando nuestro grupo se encontraba sumergido en lo más profundo de un bosque.
Allí se encontraba Takuya, Tommy, Jp, Zoe y yo que realizaba el rol de Koji
Minamoto. Recuerdo vagamente un enfrentamiento contra algún digimon del cual
salimos victoriosos. Aunque no recuerdo el principio de ese periplo, unos
sentimientos afloran desde lo más hondo de mi corazón como si esas personas
creadas por mi subconsciente cobraran vida y personalidad propia.
Imaginariamente me llegaban los olores de las encinas y robles que nos rodeaban
dejando este sueño a un alcance casi lúcido. No recuerdo todas y cada una de
las conversaciones que mantuvimos pero lo esencial para nosotros en aquel
momento era obtener una serie de estrellas para poder volver al mundo real. Subimos
por una rampa de arena hasta llegar a una especie de desfiladero, allí nos
esperaba una prueba para obtener esos cristales. Debíamos de lanzar a unos
pequeños pinguimons por una deslizante rampa ascendente para que alcanzaran una
fruta que según parecía, contenían esas estrellas. Lo más absurdo del sueño, es
que era un plátano el envoltorio que salvaguardaba los cristales. Yo fui el
único que logró pillarlo.
Pero el bosque no se quedó quieto, empezó a lanzar una especie de humo que marchitaba a los árboles y afectaba a mi capacidad respiratoria, dejándome asfixiado y agotado físicamente. Aquel suplicio que sentí era agonioso y pesado cuyo malestar incluso nublaba mi vista. Tuvimos que huir lo más rápido posible de aquel lugar si queríamos salvarnos, o al menos salvarme yo pero no fue una huida tan placentera como pensé, unos digimon nos quiso dar caza a lo que tuvimos que; Zoe, Takuya y yo, digievolucionar en nuestra forma animal. Siendo Kendogarurumon pude dejarlos atrás con facilidad hasta llegar hasta una especie de riachuelo descendiente que se perdía en una pequeña cueva. Yo me detuve en la cola del grupo para detener el avance del enemigo, acto que hizo descuidarme y todos saltaron al riachuelo dejándose deslizar perdiéndose en sus profundidades. Cuando quise darme cuenta, los flancos del riachuelo empezaron a aumentar su cauce descontroladamente, si pretendía entrar acabaría ahogado así que no tuve más remedio que buscar una vía alternativa de escape. Salté en modo Kendogarurumon por encima de la cueva volviendo a sumergirme en la espesura del bosque dejando atrás a mis enemigos. Observé que la cueva comunicaba con un claro no muy lejos de mi posición y sin más dilación esprinté lo más rápido que pude pero sin conseguir ganar terreno frente a la maldición del bosque que me asfixiaba cada vez más hasta perder el conocimiento.
Cuando desperté, mi cabeza
estaba apoyada sobre las piernas de Zoe que hablaba de mi condición a los
demás. No tenía fuerzas para continuar, mi cuerpo apenas me respondía y no
paraba de tiritar, mi vista seguía nublada aunque mi respiración mejoraba. Me
volteé hacia la derecha y me acurruqué en su regazo. Por lo que pude apreciar,
aún nos faltaba una estrella de cristal para salvarnos todos. Por culpa de mi
enfermedad estaba retrasando al grupo así que les comenté que me abandonasen y
salieran de este peligroso mundo de una vez por todas. El silencio se hizo
hasta que Zoe gritó que aquello era una locura y debíamos salvarnos todos. Por
una parte me alegró esa amabilidad y compañerismo, pero me sentía mal por no
poder ayudar lo suficiente.
Sin pensarlo hice acopio
de mis fuerzas y me reincorporé a la búsqueda. No podía dejarles todo el
trabajo a ellos y dedicarme a dormir así que volví a buscar por los alrededores
la estrella que nos faltaba. Con su debido tiempo por fin la pude encontrar
pero una laguna de recuerdos hace mella este punto. Tras reorganizarnos el
bosque volvió a embestirme con su polución dejándome para el arrastre, eso y
sumando a otros digimon que nos quiso dar alcance. Takuya y yo
ultradigievolucionamos para detenerlos mientras nos dirigíamos a un pasillo que
comunicaba con el ascensor de nuestra salvación. Siendo Magnagarurumon pude
derrotarlos y volver con los demás en mi forma humana. Las puertas del ascensor
se cerraron a nuestras espaldas. Mi corazón me palpitaba frenéticamente por la
emoción del momento. Habíamos perdido una serie de fotos del lugar para
preservarlas en nuestro mundo con la intención de mantener la credibilidad de
nuestra experiencia. Zoe volvió a echar fotos del entorno a través del cristal
de las paredes. El ascensor de repente empezó a descender sin previo aviso
abandonando aquel inhóspito mundo sumergiéndonos en el nuestro.
De entre las nubes fuimos descendiendo a tierra firme. Desde aquella altura pudimos contemplar todo cuanto nos rodeaba, los edificios, campos de alrededores etc. Pero aunque la vista era excepcional, las piernas me flaqueaban frente a la inmensidad del horizonte.
Una vez en tierra firme
cada uno de nosotros tomó un camino diferente a sus hogares, yo, al contrario
de los demás busqué a Zoe para agradecerle lo que había hecho por mí pero un
extraño movimiento despertó una escalofriante duda en mi cuerpo acertando
desgraciadamente de lleno, la habían secuestrado en mis narices.
Sin pensármelo dos veces,
aunque ya no tuviera mi dispositivo digital y por consiguiente la facultad de
digievolucionar, no podía dejar sola a Zoe y mirar para otro lado. Los
secuestradores se introdujeron por un alcantarillado. Yo los iba siguiendo de
cerca pero me descubrieron enviándome
perros endemoniados. Sin entender cómo, un extraño me ofreció un arma de fuego
para defenderme y así poder continuar entre la humedad de esas sucias cloacas.
Incluso conejos blancos enormes me saltaban al cuello para degollarme de cuajo.
Tras sortear una serie de circunstancias que no logro recordar bien llegué a la
habitación donde tenían encerrada a Zoe y demás gente. La desaté, agarré su
mano y juntos huimos de aquella pesadilla agradeciéndole por fin todo cuanto
hizo por mí.
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Todo lo ocurrido solo son
vagos recuerdos…me hubiera encantado degustar todo desde un principio, cuando
entramos en aquel mundo, la amistad que entablamos…Los sueños siempre nos
suelen dejar en las mejores partes y nos hacen olvidar todas aquellas personas
que nacen y mueren en esa misma noche, aquellas personas que durante ese corto
período de tiempo nos ofrecen todo e incluso más que aquellas en vigilia.