Largo tiempo pasó desde que me inmovilizaron aquellos hilos provenientes del ente uniojo gigante que se encontraba situado en el techo de la enorme sala circular..
-¿Qué tal estás hoy, te encuentras bien?-preguntó mientras me obligaba un gesto de afirmación.
Por la pregunta supuse que llevaba varios días encerrado aquí, en esta casa de muñecas gigante jugando al inquilino hospitalario que demuestra todo su caballerosidad ante las damas que en este caso; las damas eran de porcelana de mi misma altura, algunas incluso me superaban.
Tras muchos esfuerzos sin resultado, mi alma se rindió ante insuperable obstáculo. Toda ambición por escapar era inalcanzable en estos momentos de ascuas.
Muchos largos intentos fallidos pasaron y nada cambiaba, siempre se realizaba la misma rutina: sonaba un despertador y yo me tenía que levantar de la cama, que se situaba en una habitación del segundo piso. Bajaba a la cocina, realizaba el teatro del desayuno; dos muñecas de porcelana y mi alma. Tras aquello, todos nos separábamos por la enorme habitación del ente, a las afueras de la casa de muñecas, me hacía permanecer quieto durante un largo y penoso tiempo hasta que el ente uniojo me volvía a manipular para que mis piernas me condujeran de vuelta a la casa. Una vez allí volvía el teatro del almuerzo, ya que no comíamos nada en realidad, tras todo esto nos obligaba a realizar escenas cotidianas de una vida familiar en las cuales el ente se inventaba toda la obra y nos asignaba un papel a cada uno de sus títeres, donde por supuesto me incluía.
Toda esa película se repetía una y otra vez, solo me quedaba esperar a un momento de flaqueo para apuñalar su obra y escapar de éste lugar...hasta entonces....hay que aguantar..
No hay comentarios:
Publicar un comentario